miércoles, 11 de marzo de 2009

Ataque a la base militar del portero

Agazapadas dos figuras se mueven en las sombras.

El más alto lleva una ganzúa en la mano y la paciencia agotada. Sus ojos reflejan ira contenida, solo bajo el deseo de venganza.
La otra figura (más pequeña, de carácter nervioso y gestos despiertos) se mueve ágilmente hasta el interruptor de la luz del hall y la apaga.

- EEE ¿para qué apagas?
- ¡Para que no nos vea nadie tarado!

Las dos figuras continúan la marcha, pasando agachados por la puerta del conserje que se encuentra entreabierta. Una tenue luz se cuela iluminando un polvoriento escritorio con una maqueta de lo que parece ser del edificio años atrás. Abren la puerta de la derecha y se encuentran en una habitación pequeña colmada de cables e interruptores, pequeñas cabinas indican el número de departamento y el piso. La figura mas alta toma la ganzúa y….


Antes de continuar mi relato voy a contar como empezó esta pequeña odisea impositiva.

(Ahora es la parte en la que en la pantalla se escucha el sonido de tununun tunununun y parece desvanecerse como en las películas cuando buscan algún recuerdo en el pasado y todo se ve en sepia).

El lunes pasado como siempre al llegar a la puerta del departamento se encuentra este ser (dícese ser el portero Hugo) en su posición habitual: en la puerta mirando alternativamente a los transeúntes y el piso.
Me acerco y le pregunto:
- Hugo ¿ha llegado alguna factura de la luz para nosotros?
Pesados engranajes parecen moverse dentro de su pequeña y calva cabeza, lentamente sale de su ensimismamiento y deja de mirar al suelo. Como suele hacer, se apoya en el lampazo, ladea la cabeza y emite:
-Noo no ha llegado nada, no, si llega algo yo se los acerco.
Luego vuelve a apoyarse en el lampazo, paciente, a contemplar la nada. Aunque no se delata percibo un brillo inusual en su oscura y adusta mirada.

Volvimos a la casa de mis papas a pasar la semana tranquilamente y al regresar al departamento pulso el interruptor de la luz….nada.
- capaz que se quemo esa…
- a ver...
Una por una apretamos todos los interruptores de la luz que, conforme se iban acabando, el nivel de desesperación crecía a grado sumo. Hasta llegar a la triste pero irrefutable conclusión:

NOS CORTARON LA LUZ!!!!!

Con una bolsa de papas fritas y la luz de la notebook logramos sobrevivir esa noche. A la mañana fuimos a hacer los tramites correspondientes y, como es debido, nos equivocamos por lo menos en 3 filas, tuvimos que ir a buscar papeles que obviamente no teniamos y que algunos no sabíamos ni que existían. Con algo de suerte a la 1 una señorita con voz monocorde da por terminada la tortura informándonos de que van a proceder a reinstalar el servicio y que un técnico iba a pasar esa misma tarde.

Felices, volvemos al departamento a experimentar de un mundo totalmente desconocido para nosotros: la vida sin electricidad. Nos entretuvimos brevemente observando las partículas de polvo girar graciosamente en el aire describiendo círculos, uniéndose con otras partículas mas pequeñas hasta ser arrastradas por otra corriente de aire y perderse de vista.

Acorde las horas pasaban nuestras mentes nos jugaban una mala pasada. Cualquier brillo en el monitor hacia parecer la computadora encendida y una vez cuando me alejé podría jurar que escuche el sonido del procesador zumbando.. expectante. Los sonidos de la calle y de los departamentos vecinos parecían haberse intensificado: miles de televisores podían oírse ofreciendo entretenimiento ilimitado…
Una voz se escucha a lo lejos:
- Ey! Te estoy hablando! – mi hermano me hace volver en si.
- Ya son las 9 de la noche y estos tipos de EDEMSA no van a venir..hay que hacer algo… - dice.

Las dos figuras que se encuentran ahora forzando la cerradura de las casillas de la luz. La figura mas alta susurra:
- Esta es! Esta es la nuestra…

Acto seguido comienza a forzarla con la ganzúa. Del otro lado del pasillo la figura mas pequeña hace campana atenta a cualquier indicio de actividad humana o movimiento de lampazo en la planta baja.
- ya está- se escucha la voz del otro lado del pasillo-
- ¿seguro?- pregunta ella.
- Si ya subí la llave, vamos – dice el.

Sigilosamente emprenden su viaje de vuelta por la cochera, para asegurarse que nadie los este esperando del otro lado. Suben presurosamente las escaleras hasta llegar al piso. Se encuentra todo en la penumbra excepto por una pequeña franja de luz que parece colarse de la puerta del 8B: Lo logramos.