"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que mas anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá mas que él. Un escritor esta condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya esta perdido y su alma tiene precio"