Algo que me molesta por sobremanera es el “fanatismo religioso cibernético” que se esta dando en estos últimos tiempos. Tuve la desgracia de tener una persona cercana que pasó de depresiva a fanática religiosa, por lo que todas estas cadenas suelen llegarme acompañadas de frases alentadoras. ¡Hereje de mi! Por pensar que si no mando esta cadena Dios va ha hacer llover fuego del cielo y va a salvar a los que hayan “reenviado esta cadena a 7 personas”.
Me indigna pensar que las creencias de las personas han quedado reducidas a cadenas de mails hechas en power point en pésima calidad y con datos poco fidedignos. “Manda esta cadena y Santa Teresita te va a cumplir un deseo”. Ha quedado al mismo nivel intelectual de “Aladino frota la lámpara y se te concederán tres deseos...”
Duele pensar que para muchos la religión se basa en que mediante un mail a 10 personas Dios va a concederte un deseo, y, por lo contrario castigará a quien no lo haga con dolor y sufrimiento. Por otro lado sería un poco mas fácil explicar las desgracias personales y ajenas que acontecen en la vida cotidiana: ¡Viste te dije que mandaras el mail, ahora Dios te esta castigando!
Todo intento por tratarle de explicar al fanático religioso (que te llena la casilla con unos 20 mails diarios sobre varios santos, sus correspondientes milagros y -infaltable- lo insignificante que sos en comparación con ellos) es en vano. El fanático no escucha. Lo que con el tiempo esto la convierte en una persona intolerable e irritablemente cerrada, que llena sus días comprando su salvación en la santería (estampitas, estatuillas, agua bendita del gauchito Gil, todo vale). En estos tiempos de calentamiento global, Bush, agujero de ozono y epidemias globales la “salvación” se ha convertido en un negocio mas que redituable.
No cuestiono a las mentes pequeñas por buscar algo más tangible para sustentar su fe. Cuestiono a las mentes brillantes que han convertido de esto en un negocio redituable.
miércoles, 18 de febrero de 2009
lunes, 2 de febrero de 2009
Hola Blog!
El departamento se encuentra en un inusual - casi antinatural diría yo- silencio... lo único que parece escucharse es el goteo de la canilla sobre la ya amiga pila de platos sucios en la pileta. Todo parece en su lugar, inclusive mi hermano que se encuentra perdido entre los brazos de Morfeo que parece ejercer un poder sobrehumano sobre el. Y no! hasta mas o menos las 6 de la tarde no lo vemos cruzar el umbral de la puerta con su ya conocida cara de no saber muy bien donde esta.
Hace ya un año que me mude sola con mi hermano a nuestro depto y las cosas parecen haber cambiado poco y nada. La rutina posee un efecto extraño y a la vez hipnótico en las personas, que las lleva a repetir una y otra vez las cosas como se le ocurrió caprichosamente que debían ser. Por ejemplo a mi hermano le decía que debía acostarse todos los días a las 6 de la mañana y levantarse todos los días a las 6 de la tarde (como sereno desempleado). También le decía que apenas se levante debe sentarse en la computadora y poner la música al máximo con su, ahora nuevo, home theater (cortesía de mis padres). La experiencia me enseño que ese es el pie que me da la suerte para retirarme, porque acto seguido caerán como cuervos los vecinos a quejarse por el ruido.
Los habitantes del edificio parecen ser miembros de una sexta muy exclusiva y antigua que aborrece el cambio y considera que dejar que se instale gente nueva en el edificio es poco menos que un insulto hacia su persona. Y como toda sexta de calidad tiene sus propios sicarios: estos vendrían a ser el portero y su vástago. Los seres oscuros (apodados acertadamente) padre e hijo respectivamente: Hugo y Daniel una mezcla de ignorancia, estupidez y una cuota de maldad mayor a la que se consideraría “normal”. Se escabullían sigilosamente por los pasillos del edificio con el lampazo a cuestas en busca de sus victimas del día como la muerte cosechando almas.
Por alguna disposición caprichosa de los mismos pasamos a ser su blanco desde el momento en que pusimos un pie en el edificio. Quién pudiera haber previsto que la maldad se escondía en la profundidad de esos ojos pequeños y oscuros, cejas pronunciadas y overol azul.
Estas son mis primeras palabras acá en el blog. Veremos a donde nos lleva. Hoy suelto las velas de la vida y el viento sopla fuerte. Lleve a donde nos lleve va a quedar registrado en esta pequeña bitácora del viajero.
Hace ya un año que me mude sola con mi hermano a nuestro depto y las cosas parecen haber cambiado poco y nada. La rutina posee un efecto extraño y a la vez hipnótico en las personas, que las lleva a repetir una y otra vez las cosas como se le ocurrió caprichosamente que debían ser. Por ejemplo a mi hermano le decía que debía acostarse todos los días a las 6 de la mañana y levantarse todos los días a las 6 de la tarde (como sereno desempleado). También le decía que apenas se levante debe sentarse en la computadora y poner la música al máximo con su, ahora nuevo, home theater (cortesía de mis padres). La experiencia me enseño que ese es el pie que me da la suerte para retirarme, porque acto seguido caerán como cuervos los vecinos a quejarse por el ruido.
Los habitantes del edificio parecen ser miembros de una sexta muy exclusiva y antigua que aborrece el cambio y considera que dejar que se instale gente nueva en el edificio es poco menos que un insulto hacia su persona. Y como toda sexta de calidad tiene sus propios sicarios: estos vendrían a ser el portero y su vástago. Los seres oscuros (apodados acertadamente) padre e hijo respectivamente: Hugo y Daniel una mezcla de ignorancia, estupidez y una cuota de maldad mayor a la que se consideraría “normal”. Se escabullían sigilosamente por los pasillos del edificio con el lampazo a cuestas en busca de sus victimas del día como la muerte cosechando almas.
Por alguna disposición caprichosa de los mismos pasamos a ser su blanco desde el momento en que pusimos un pie en el edificio. Quién pudiera haber previsto que la maldad se escondía en la profundidad de esos ojos pequeños y oscuros, cejas pronunciadas y overol azul.
Estas son mis primeras palabras acá en el blog. Veremos a donde nos lleva. Hoy suelto las velas de la vida y el viento sopla fuerte. Lleve a donde nos lleve va a quedar registrado en esta pequeña bitácora del viajero.
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